Cuando contacté con Sabino para una posible entrevista sobre su experiencia como ganador del Premio Minotauro (¡por dos veces!) no me esperaba una respuesta tan rápida y diligente. Mucho menos que aceptara responder a mis preguntas, que son fruto de mi curiosidad personal más que profesional. Así que he creado estos especiales de junio en donde compartiré algunas entrevistas interesantes (además de las de Escritores Conectados, por supuesto) y tal vez presentaciones de libros. ¡Seguid atentos!
El premio y la novela
Enhorabuena por este nuevo Premio Minotauro, sabes que ahora mismo eres la envidia de muchos. ¿Cómo fue el momento en que recibiste la noticia? ¿Qué sensaciones te invadieron esta vez?
Me llamó la editora de Minotauro, Vicky Hidalgo, en diciembre de 2024 y supuse que era solo para una felicitación navideña. Charlamos un rato y cruzamos felicitaciones. Las bases del premio decían que el fallo del jurado se haría público en el primer trimestre de 2025, así que en mi cabeza no conecté esta llamada con un posible resultado de ese fallo. Pero, claro, una cosa es cuándo se hace público el nombre del ganador, y otra cuándo el jurado toma la decisión. Por eso, cuando ella me preguntó si había escrito una novela llamada Lovebot —era el título original—, me quedé atontado. Me dijo entonces que habían abierto la plica y que mi nombre figuraba allí. Yo había ganado…
Tardé aún un rato en ser consciente de lo que me decía. Primero sentí estupor. Luego alegría, por supuesto, y satisfacción. Un cierto vértigo también, porque de repente empecé a pensar en todo lo que se me venía encima. No me había presentado a ningún premio desde 2020, y la verdad es que no albergaba ninguna esperanza de repetirlo. Vale, de acuerdo: una pequeña esperanza sí… No te presentas a un concurso sin al menos un atisbo de ilusión.
Sobre lo de la envidia… Bueno, espero que no sea así. La envidia es un mal bicho…
Has ganado este premio en dos ocasiones, algo muy poco habitual. ¿Cómo viviste el proceso desde dentro? ¿Hay algo que te sorprendiera?
Desde esa llamada en Navidad he tenido tiempo para pensarlo. Dos veces ganador… Cuando volví a presentarme, las bases no impedían hacerlo a quien había ganado antes, y quería saber si sería capaz de lograrlo de nuevo. Esto ya lo he contado: me sentía como un atleta que quiere superar su propia marca. Que quiere asegurarse de que no fue simplemente una correcta alineación de los astros…
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Sabino Cabeza ganó el Premio Minotauro en 2020 con Frontera Oscura |
Expediente Hermes combina ciencia ficción con thriller de misterio. ¿Qué te llevó a explorar este cruce de géneros?
Confieso que no lo pensé mucho. No soy de esos escritores a los que podríamos llamar arquitectos. Soy más bien escritor-jardinero. Planto una semilla y espero a ver qué sale… Esto tiene sus riesgos, claro. Más de una novela me ha fallado por no saber hacia dónde ir. Pero me gusta esa sensación de ir explorando mientras escribo. No sabía que sería una novela policíaca —género del cual no tengo más experiencia que haber leído toda la obra de Agatha Christie— hasta que, literalmente, escribí la primera frase. Luego pensé que podría ser una buena forma de contar la historia, y seguí por esa vía.
Proceso creativo
¿Cómo nace una historia como Expediente Hermes?
Todas mis historias nacen de una idea que puede llegar por cualquier vía. Una noticia en prensa, un artículo científico, un vídeo de YouTube, el comentario de alguien cercano… Suelo anotar esas ideas. Siguiendo con la metáfora de las semillas, tengo un archivo lleno de semillas liofilizadas a la espera de ver la luz. Lamentablemente, hay más de las que podría convertir en novelas.
El amor está lleno de paradojas y contradicciones. Amamos a quien no nos conviene, no amamos a quien sí. Amamos con miedo, a veces sin saber bien qué significa eso; amamos a tumba abierta, amamos a escondidas, para lo bueno y para lo malo… En fin, será ciencia ficción y novela negra, pero en realidad hablo del amor.
Hermes, que como ya dije se llamaba originalmente Lovebot, surgió de querer contar cómo podría ser la relación entre humanos y seres cibernéticos indistinguibles de los humanos. No en la línea de Blade Runner o Battlestar Galactica, con sus replicantes y sus cylon orgánicos… Este robot no tiene nada de orgánico, pero sí un cuerpo, lo cual creo que introduce una diferencia crucial en el asunto de los sentimientos humanos, que no pueden entenderse sin la dimensión de lo corporal.
Quería explorar los límites del amor. Del amor a secas, no me refiero a una historia romántica. El amor como pasión del alma. Tal cual se pregunta mi amigo Luis Salvago en una de sus novelas, Los lugares verdes, el asunto para mí era saber qué se ama cuando se ama. El amor está lleno de paradojas y contradicciones. Amamos a quien no nos conviene, no amamos a quien sí. Amamos con miedo, a veces sin saber bien qué significa eso; amamos a tumba abierta, amamos a escondidas, para lo bueno y para lo malo… En fin, será ciencia ficción y novela negra, pero en realidad hablo del amor. Como hicieron Ursula K. Leguin y Carl Sagan en dos de mis novelas favoritas, La mano izquierda de la oscuridad y Contacto. No soy el primero en hacerlo…
¿Tienes alguna rutina de escritura o alguna “manía de autor” que forme parte de tu proceso?
No tengo ninguna manía a la hora de escribir y mis rutinas no son nada rígidas. Simplemente me dejo llevar.
Mucho se habla últimamente por las rrss de los escritores brújula versus los escritores mapa. ¿Tú cómo lo haces? ¿Planificas mucho antes de escribir o prefieres dejarte llevar por la historia?
Vaya, creo que eso es a lo que me refería con lo de arquitectos y jardineros… Esto, la verdad, no es idea mía, sino de un colega llamado Merrill, en el grupo de Discord del youtuber Elth Tales —creo de justicia citar las fuentes de las cosas—. Y me gusta más esa comparación que lo de las brújulas y los mapas…
No planifico nunca nada. A lo sumo, redacto algunas notas para no olvidarme de mis ideas. Notas que, cuando he acabado una novela, normalmente no tienen que ver con el resultado final… Cuando plantas una semilla normalmente sabes qué planta saldrá, pero ni idea de cómo será, de cómo crecerá o qué aspecto tendrá. Soy un escritor a lo Samsagaz Gamyi. Él no sabía que nacería un mallorn —no puedo ocultar mi frikismo, lo siento— en mitad del jardín. Y eso me parece genial…
Eres psicoanalista y militar. ¿Cómo influyen esas facetas en tu escritura?
Influyen muchísimo. Lo que eres, lo que has sido, lo que has aprendido, los caminos que has seguido… Todo eso te da tu voz, tu voz narrativa. Ambas facetas son parte esencial de mi experiencia, y siempre se traslucen en mis escritos. De hecho, ser psicólogo y psicoanalista me ayuda enormemente a la hora de crear personajes. Y ser militar me dio la disciplina necesaria para no abandonar cuando las cosas no iban bien. Escribir, guste o no, es cuestión de disciplina.
La literatura de género y los debates actuales
En redes sociales y ciertos círculos literarios se debate mucho sobre los premios: que siempre ganan los mismos, que hay favoritismos o que suelen premiar a figuras mediáticas. ¿Qué opinión te merece ese debate?
Conozco bien el asunto. Lo he vivido. He sido miembro de diversos jurados, en premios absolutamente impolutos en su desarrollo y votaciones. No puedo hablar de otros premios, claro está, pero de aquéllos en los que participé puedo dar fe de que se elegía a quien el jurado consideraba el mejor o el más adecuado. Y no siempre he estado de acuerdo con el resto de miembros, he de decir, porque un jurado se compone de personas con opiniones diversas. Pero la decisión final era sólo del jurado. Por mi parte, creo que, si un día me invitaran a un jurado en el que alguien externo pretendiera imponer un resultado, me largaría de inmediato.
Antes me comentaste lo de la envidia… Es cierto que hay mucho de eso. Tanto en el mundo literario como en cualquier otro lugar. Y hay quien enseguida grita eso de que todo está cantado de antemano.
No obstante, no deberíamos olvidar que existe una distancia entre lo literario y lo editorial, que son campos que no se superponen exactamente.
Y que hay premios que son pura estrategia de márquetin y que se rigen por criterios que sin duda pueden encajar con lo que me comentas en la pregunta, porque el objetivo es mercantil, lo cual no los invalida, ni mucho menos. Hemos de asumir esa realidad. Y no puedo decir que esté mal o bien, pues no deja de ser un negocio. Creo que uno debería estudiar bien a qué tipo de premio opta y tomar en consecuencia la decisión de presentarse o no. Por mi parte, sólo me he presentado a premios que garantizan una elección no sujeta a criterios editoriales. Lo que la gente piense después de conocerse el fallo ya no está en mi mano…
¿Crees que hay espacio hoy en día para autores que vienen de fuera del “circuito literario tradicional”? ¿Qué papel crees que juega la perseverancia frente al “quién conoce a quién”?
Es una pregunta difícil de responder porque el asunto es difícil de discernir. Si te refieres a novelas «escritas» por gente famosa, por poner un caso, vuelvo a decir que eso es cuestión mercantil. He estado en firmas en las que a mi lado había alguna figura mediática con colas de ansiosos fans mientras yo me aburría mirando a los paseantes. He visto a grandísimas figuras de la literatura española, gente verdaderamente conspicua, solitarias en sus puestos de firma mientras, al lado, había colas enfervorecidas para conseguir el autógrafo del instagramer de turno… ¿Qué podemos decir? Es lo que hay, y no hay mucho que hacer al respecto. Mis razones para escribir no son crematísticas, la verdad.
Eso sí: la perseverancia es crucial frente a ese quién conoce a quién… No sé de muchos escritores que vivan de su literatura —yo no, desde luego—, y hay que asumir todo esto con la mayor humildad posible. Y la mayor tranquilidad…
¿Qué piensas que debería aportar un premio como el Minotauro al panorama de la literatura fantástica en español?
Lo que debería aportar, ya lo hace: una oportunidad para quienes amamos los géneros representados por el Minotauro. Yo era un absoluto desconocido antes de 2020 y ahora figuro en el mismo catálogo donde se hallan nombres gigantescos como Tolkien, Ursula K. Leguin, Ray Bradbury… Para mí eso es más que un honor. Es un acicate para proseguir. Creo que el premio Minotauro es el referente en español para la literatura de nuestro género, comparable a los grandes galardones del mundo anglosajón. Ojalá algún día dejemos de mirar hacia ese mundo con la sensación de ser menos importantes. Nuestra lengua es más hablada que el inglés, pero creo que seguimos sintiéndonos más pequeños...
Temas, estilo y referentes
Expediente Hermes aborda temas profundos como la consciencia artificial y el futuro de la humanidad. ¿Qué te interesa de estos dilemas y cómo los abordaste desde la ficción?
Me interesan los dilemas que nos hacen humanos, y más cuando nos confrontamos a máquinas que cada vez se parecen más a nosotros. Porque —y diría que es una de las preguntas fundamentales en Expediente Hermes—, si las máquinas son indistinguibles de nosotros, ¿quiénes somos entonces? ¿Qué define lo humano?
Una de mis preguntas a lo largo de varias de mis novelas es justo la posibilidad de una consciencia artificial. Hoy por hoy creo que eso es un imposible. Pero explorar la idea me interesa. ¿Cómo debemos definir ahora la consciencia, la consciencia de sí particularmente? Es una cuestión filosófica, psicológica y ética. Mi idea es que lo que nos define no es la consciencia, sino lo inconsciente. Pero, claro, posiblemente eso se debe a mi faceta de psicoanalista…
Sobre cómo abordo esos temas… No estoy seguro. Diría que, sobre todo, desde la perspectiva de las preguntas que los personajes no dejan de hacerse. Mis novelas están saturadas de preguntas… Las mías, en todo caso.
¿Hay alguna idea o mensaje que sientas que subyace siempre en tus novelas?
A riesgo de repetirme, diría que, si hay algo que subyace siempre en mis textos, es el interés por las preguntas fundamentales que llevamos haciéndonos desde que existen los humanos: quiénes somos y qué sentido podemos darle a lo que somos. Que esas preguntas las formulemos en una nave espacial o en el bar de tu barrio no las cambia. Siguen siendo las preguntas que importan.
¿Qué autores te han influido más como lector y como escritor? ¿Lees solo dentro del género de ciencia ficción o también fuera de él?
Leo de casi todo. He leído desde muy niño. Y leo más fuera del género que dentro. En mi opinión, difícilmente puedes ser un buen escritor si no eres un buen lector.
Sobre mis influencias, bueno, hay muchísimas. Pero ya he citado las más importantes. Por este orden: Julio Verne, J.R.R. Tolkien, Ursula K. Leguin y Ray Bradbury. Añado, por supuesto, a Carl Sagan. Eso en el «género». Fuera de él mis influencias no podría ni listarlas. Me quedo con dos para no hacerlo largo: Marguerite Duras y Milan Kundera.
Futuro y visión personal
Después de dos premios Minotauro, ¿sientes algún tipo de presión creativa o te sientes más libre?
Lo cierto es que me siento más libre. Digamos que, como el atleta que cité antes, ya superé mi marca y no necesito demostrarme nada a mí mismo. Lo cual no implica que mi nivel de responsabilidad baje. Quiero decir: habiendo ganado dos Minotauros, no puedo esforzarme menos ahora. Al contrario: bajar mi nivel de exigencia sería, de alguna forma, insultar al premio, a quienes lo otorgan y a quienes lo han ganado antes que yo.
¿Estás trabajando en un nuevo proyecto literario? ¿Puedes adelantarnos algo?
Sí, claro. No he dejado de trabajar, sólo me he tomado un descanso para disfrutar de lo que no pude disfrutar la primera vez por causa de la pandemia de covid —fue otra de las razones para intentarlo de nuevo, debo reconocer—. Suelo alternar entre diversos proyectos que van surgiendo más o menos a la par. Entre éstos, ando con una precuela de Frontera Oscura y otras dos historias que no termino de encarrilar, pero que me tienen bastante atrapado. Bueno, y ya planté una semilla para algo que ha surgido del contexto de Expediente Hermes… Ya veremos en qué queda.
¿Qué te gustaría que dijera un lector al cerrar la última página de Expediente Hermes?
No lo hace del todo mal el tipo este…
Bueno, y también «me ha hecho pensar el tipo este…».
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Primera página de Expediente Hermes. Aquí puedes leer un fragmento |
Sobre el autor y más...
Sabino Cabeza Abuín nació en Sevilla en 1965. Tras varias paradas en Salamanca, Murcia, León y Valencia, recaló en Zaragoza, donde reside desde hace veinte años. Es oficial del Ejército del Aire, Licenciado en Psicología por la Universidad de Valencia, y ejerce de Psicoanalista en la ciudad del Ebro.
¿Cuándo fue ese primer momento en el que empezaste a escribir?
Mis recuerdos al respecto se remontan a los siete u ocho años. Y es por una redacción escolar que tuve que presentar al principio de curso. Nos pedían una descripción de la clase. Pedí ayuda a mi padre porque me parecía que lo que había escrito era muy simple. Él me dio mi primera lección de eso que hoy se llama escritura creativa: me sugirió cambiar el punto de vista del narrador porque todo el mundo empezaría seguramente de la misma forma y el profesor se aburriría. ¿Cómo se hace eso?, le pregunté. Y me dijo «en vez de hablar tú, que sea, por ejemplo, la pizarra del aula quien lo haga. Que sea ella quien describa lo que ve todos los días cuando llegan los alumnos». Le hice caso, y el profesor me puso un sobresaliente.
Luego llegaron mis propios cómics —sobre Star Wars o Mazinger Z—, que abandoné porque, aunque no se me daba mal dibujar, me resultaba aburrido repetir una y otra vez los mismos dibujos. Y más tarde, tras descubrir a Verne, Tolkien y otros grandes, llegaron mis primeros relatos. Así hasta hoy…
Escribo ciencia ficción para soportar lo insoportable.
¿Cuál es esa pregunta que siempre has querido que te hagan en una entrevista y nunca te la hacen? Contesta tú mismo, siéntete libre.
Diría que la pregunta que nunca me hacen es por qué escribo. Por qué invento historias. Y la respuesta sería que por pura necesidad. Es cierto que me gusta escribir. Que lo disfruto, que buscar las palabras exactas para trasladar al papel aquello que imagino es un reto y un placer. Pero hay una razón más íntima y personal, y fue la que aduje en 2020 en la entrega de mi primer Minotauro, cuando me pidieron que dijera algunas palabras. Me olvidé de lo que llevaba anotado en un bolsillo y solté lo primero que me vino a la mente: escribo ciencia ficción para soportar lo insoportable. Da igual el género literario, en realidad la razón siempre es la misma —al menos para mí—: soportar lo que, de otra forma, no podría.
¡Gracias, Sabino! 🌹