A (muchas) veces tengo ideas peregrinas. Esas ideas raras, exóticas, estrambóticas. El término "peregrino" es su quinta acepción de la RAE explica: extraño, especial, raro, pocas veces visto. Así soy yo y así son mis ideas. En el momento en que aparecen por mi mente me parecen sencillamente geniales, no pienso demasiado en cómo van a llevarse a cabo ni la repercusión que tendrán. Solo quiero hacerlas. En lo que va de año ya llevo unas cuantas. Algunas más acertadas que otras, eso sí.
Esta fue una de ellas: "Entrevistas a escritores y escritoras en mi canal de YouTube" que al principio iban a ser en directo, aunque pronto me di cuenta de que no sería tan sencillo como en mi mente divagadora. Así nació Escritores Conectados, tras mi idea peregrina del 12 de marzo "se buscan escritores que quieran ser entrevistados" = "respuesta masiva". Después me vi en la obligación de modificar un poco las condiciones.
La primera entrevista a Andrés Hernández Rabal sí que fue en directo. Tuvimos unos inconvenientes, pero fue muy divertido y enriquecedor conocer más al autor y su obra.
Después creé unas instrucciones detalladas para modificar el estilo de entrevista y hacerlo en diferido, en formato casi documental. Como esperaba, pocos se animaron a seguir adelante (mucho texto, que diría el otro) o demasiadas condiciones. La verdad es que no me importó, porque en mi interior empecé a darme de cuenta de que esta idea peregrina me llevaría mucho tiempo. Preparar preguntas, editar el vídeo, buscar información sobre el escritor o escritora... Me gusta hacer estas cosas, pero si he de priorizar por encima de otras que se supone son más importantes, la saturación llega a mí.
Vislumbré Escritores Conectados como una manera de conocer a nuevos escritores (estupendo para mi faceta lectora) un modo diferente de "promocionar" su obra. Entre comillas lo de promocionar porque no soy ninguna influencer literaria, ni pretendo serlo. Quería crear un espacio de hermandad escritoril.
El segundo programa con Jonás Ramírez Molina como protagonista y su libro Siete Islas.
Hacerlo en diferido permitía una mayor flexibilidad, pero aun así, el tiempo y el empeño seguían siendo elevados. En realidad, si alguien más hubiera pedido una entrevista antes del miércoles de la semana pasada, hubiera seguido adelante con ello. Una entrevista al mes entraría dentro del tiempo que estoy dispuesta a aceptar. Pero sucedió algo que me hizo reflexionar. Lo comentaré más adelante. Ahora me gustaría compartir también la entrevista a Marcos Centeno que compartió sobre su vida de escritor allá en México, y sus novelas Antara y Nativa:
Y la última entrevista que publicaré (al menos de momento) que subí ayer mismo a la autora Neptunian:
Hablando de ideas peregrinas, hace unos meses tuve otra. Descubrí en YouTube varios canales (de habla inglesa) de escritores y escritoras que compartían su trabajo bajo la etiqueta #writertube o #authortube y me puse a ver vídeos. En uno de los canales vi a una escritora reaccionando a las primeras frases de las novelas de sus seguidores, y entonces me pareció una idea (además de peregrina) genial. Poder comentar con los autores sus primeras frases, pero ¿qué pasó? Por suerte o por desgracia, tengo la costumbre de leer en modo "informe de lectura" y en algunas ocasiones, en vez de reaccionar al texto en sí, estaba reaccionando a detalles de estilo o repeticiones de palabras. Como mi hermana pronosticaba eso no iba a caer bien al escritor, señalar pequeños defectos en público, aunque no tenga mucho alcance, no era una buena idea. Tampoco puedo obviarlos y hacer una reacción falsa.
Después de un problema con una de las escritoras, decidí eliminar el vídeo y todos los que tenía de reacciones. Pedí perdón a quién quisiera escucharlo y se acabó el tema. Al menos para mí. También decidí que no me merecía la pena todo el tiempo invertido para esa respuesta y que, definitivamente, no es buena idea "criticar" textos ajenos. Aunque no era mi intención ofender a nadie.
Durante unos días pensé mucho sobre el tema y el contenido de mi canal en YouTube. Debo centrarme en lo que hago yo como escritora, que es lo que quiero compartir realmente. Hice muchas iniciativas con compañeros/as escritores en todos los años que llevo en este mundo literario, entrevistas, reseñas, compartir, lecturas... Pero creo que llegó un momento en el que perdí mi rumbo. Hoy vuelvo a recuperarlo y a preocuparme por mí misma. Por supuesto, si alguien necesita ayuda estaré aquí para brindársela, por privado o en mis RRSS.
A lo mejor, en vez de ideas peregrinas, lo que tengo son ideas de bombero.
Nos leemos🗒️
Queridos lectores de este diario caótico a ratos, excelso (los menos) a otros: ya estamos en mayo, por increíble que parezca, cada vez más cerca del ecuador del año en curso. Como contaba en esta entrada con gran detalle (Escribiendo otra novela) estoy intentando terminar una historia para presentarme al Premio Literario Amazon. El plazo ya está abierto (del 1 de mayo al 31 de agosto).
Empecé a escribir este libro a mediados de marzo y en abril decidí tomármelo "en serio". Escribir un poco (o intentarlo al menos) cada día. No ha ido mal, he podido construir un buen hábito, el de sentarme ante el ordenador y la temida página en blanco casi todos los días. El "casi" no es aleatorio, no he podido escribir en algunos momentos (diría que por falta de tiempo, pero quizás no es del todo cierto) Siguiendo el método del maestro Brandon Sanderson, creé una hoja de cálculo en donde llevar la cuenta del tiempo y las palabras escritas cada día:
Contar las palabras es mi forma de saber el rendimiento que alcanzo con cada sesión. Cuánto soy capaz de escribir "del tirón". Cada día es distinto, en el mismo tiempo puedo escribir más o menos. No importa la cantidad de palabras, sino las sensaciones con las que uno sale de la sesión: contento, enfadado, con ganas de seguir escribiendo (la más óptima, sin duda)
Este mes de la escritura empezaba con el documento ya avanzado, unas 10.000 palabras. Para quién no sepa de conteo de palabras y maquetaciones, diré que, más o menos, en un tamaño de libro "estándar" (6x9") y unos márgenes también típicos, serían unos cuatro capítulos (de 2.500 palabras aproximadamente) 50 páginas de libro. Ahora estoy en 188 páginas.
Tuve muchos altibajos y no pude escribir grandes cantidades de palabras en más de dos días seguidos. Aun así, tengo una buena sensación, no solo porque conseguí avanzar (lo más importante para mí) sino porque hilé la trama prácticamente hasta el final. Con enredo incluido a mitad de mes.
No comparto esto con la intención de presumir de ningún modo de la velocidad de escritura o el número de palabras escritas cada día. Es más un breve resumen de lo que fue el mes, también con respecto al ánimo. Algo que no se suele tener en cuenta. Escribir no es solo teclear, sino tener la disposición de hacerlo, o más complejo aún: querer hacerlo. Ver la meta lejana no ayuda mucho a mentes impacientes como la mía. Por eso estas reflexiones me sirven mucho, en especial, para no perder el ritmo y poder alcanzar mis objetivos.
Lo que empezó siendo un guion difuso (ni siquiera podría llamarle escaleta como tal) se ha convertido en una historia enredada de la que podré sacar una segunda parte e incluso una precuela. Una historia que pone el énfasis en los personajes y también en lo que sucede a su alrededor. Una trama que ya incluye objetos extraños:
El paraboloide emitía una
frecuencia modulada constante. Inaudible para el oído humano. Un
mensaje que aún no había sido descifrado. Los perros empezaron a
aullar en cuanto el objeto salió de la caja de protección.
Como siempre (viniendo de mí no es nada extraño) las ideas surgen y se alborotan al contacto de mis dedos sobre las teclas, viven, resucitan y nacen, al mismo tiempo. Un caos que en su absoluto desorden encuentra la paz. Crear historias es fascinante, aunque dicen que todo está inventado, ciertamente, al final no somos más que retazos de lo que vemos, escuchamos y vivimos día a día, pero no por eso deja de ser una maravilla.
Espero que mayo sea igual de fructífero y consiga terminar el primer borrador. Después llegará el segundo y el tercero, la primera corrección, la segunda, la tercera..., maquetación, lanzamiento. En fin, todo saldrá bien. ¡Nos leemos en la próxima página del cuaderno! En la que espero decir aquello de: terminé la novela.
—¿Todavía sigues respirando?
—le preguntó a Cuatro. La pega extendió sus brillantes alas
blancas y negras como toda respuesta y se giró indignada—. Vale,
perdón, me has entendido mal. Me refiero a que si aún puedes
respirar con toda esta polución.