Una de las muñecas de porcelana alemana de la estantería se había quedado como congelada levantando un brazo y uno de los payasos del sofá contenía a duras penas la risita. Eran pacientes. Eran malvados. Eran muchos para ella sola.
Sin duda, si te dan miedo las muñecas de porcelana o los payasos sentirás algún que otro escalofrío gracias a esas pequeñas descripciones. También hay mucho espacio para los títeres. Podrían parecer inofensivos, pero no te confíes. En especial de Pupkin. Es que si la novela hubiese llevado el título de Pupkin sería más coherente.
Es una historia de fantasmas, sí, sn embargo al inicio los fantasmas son más bien reales. Las peleas entre los dos hermanos (para ver quién consigue quedarse con la casa —y venderla—) es lo que ocupa el primer cuarto (o un poco más) del libro. Se empieza a poner interesante hacia la mitad (cuando Pupkin cobra protagonismo).
Conocemos los entresijos de los personajes en el pasado, lo que les ocurrió y quizá eso explique por qué se comportan de determinadas maneras. Los dos me parecen malcriados e infantiles y no terminé de empatizar con ellos.
Es la casa en la que nos criamos. Lo único que hay ahí son recuerdos y eso no nos puede hacer daño.
Según avanza la historia se va volviendo más y más hilarante, también surrealista, pero eso me gusta por algo es ficción. El malvado Pupkin ataca de nuevo y ataca donde más duele. Es más visceral y psicológica que otra cosa. Da miedo por lo cotidiano y aun así más bien arranca carcajadas en algunos momentos.
Un títere es una posesión que posee al poseedor.
De una casa encantada (que poco protagonismo tiene, por no decir ninguno) pasamos a posesiones demoníacas o fantasmales que nos llevan hacia un final explosivo y ¿creíble? De superficial en los sentimientos (en mi opinión) al inicio de la historia, pasa a una intensidad que no cuela por ningún lado. Spoiler, subrayar para leer: De pronto Louise es una fantástica y comprensiva madre y abraza a Pupkin con pasión. Pupkin era un fantasma que no quería irse y por eso se porta fatal todo el rato, pero después lo convencen enseguida de que tiene que irse. Es triste y conmovedor, pero no me cuadra con el tono de la historia, que es más bien cómico.
Nada que sea de verdad dura para siempre. Así es como sabes que eres de verdad.
En resumen, me gustó y no me gustó. La narración es magnífica, la verdad, pero no he visto el terror en ningún lado ni la atmósfera opresora de una casa encantada. Es que el libro no va de una casa encantada😁
Lo que más me gusto: Pupkin y cómo pone en aprietos a los protagonistas.
Lo que menos me gustó: el personaje anodino de Louise, es que de verdad no pude con ella.
🌹🌹🌹/ 5
Por lo que comentas, veo que es cierto que este no es un autor de terror al uso y que experimenta con la comedia. Es normal que te sientas decepcionada si esperabas una historia clásica de casas encantadas, porque he leído que el autor pretende experimentar con el género. Supongo que es para unos lectores específicos y no es una lectura ni para ti ni para mí.
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