Hoy os traigo una reseña de un libro que me ha sorprendido mucho por lo bien escrito que está. Varios mensajes subyacen bajo esta historia aparentemente normal, narrada desde la perspectiva de una joven que parece tenerlo todo. Todo, menos lo que en realidad ansía. Muchas gracias a Belén por el envío del ejemplar ❤
Es solo que siento que esta vida no es mía... Son solo horas prestadas.
Incapaz de asentarse en ninguna parte, por el trabajo de su padre y sus continuos viajes, ha perdido el sentido de pertenencia e identidad. Los recuerdos que crea con las personas que va conociendo se evaporan a medida que ella debe continuar de un lado para otro.
Adriana nos llevará a conocer varias ciudades del mundo y caminaremos junto a ella por las calles de Roma, París, Alemania, Japón... conociendo a personajes fugaces como su propia estancia.
Es esta novela corta una llamada de atención sobre esos prejuicios que se suelen elaborar de manera instintiva al oír o ver que una persona «lo tiene todo». Viajes, dinero, poder hacer lo que te venga en gana en cualquier momento, y sin embargo, Adriana no es feliz, porque para ella eso no es lo importante. Necesita establecerse en un punto en concreto, dejar de pensar que está aquí pero no sabe dónde estará mañana, que toda esa gente que aparece en su vida no podrá estar siempre con ella. Además, Adriana sufre en silencio sus problemas con la comida. Desde el inicio se hace evidente que los tiene y lo he pasado mal viendo cómo se martirizaba tanto si comía como por no comer.
La verdad es que a veces me siento como un fantasma.
Además del trastorno alimenticio, se tratan también otros temas como la esquizofrenia, de una manera sutil y realista mediante el personaje de Eva, apenas un esbozo que deja claro lo que sufren las personas que tienen la enfermedad y su familia; o el Alzheimer representado en los abuelos de Adriana.
El vacío que sentía en mi interior no podía rellenarse de la misma forma que mi estómago.
Dos personajes misteriosos que aparecen en algunos puntos del libro, con nombres propios y de mujer, son Paula y Laura; no llegamos a conocer quiénes son en realidad, pero siempre llegan cuando Adriana está a punto de hacer algo importante: hablar con alguien, tomar una decisión... para recordarle que no puede hacerlo. Esas vocecillas interiores que no son sencillas de acallar y que terminan pudiendo con todo si así se le permite.
Esa introspección, casi en forma de diario, permite conocer las vivencias de esta adolescente que muchas veces parece mayor por como se expresa o sus inquietudes.
El libro me duró un día. Debo decir que porque es muy corto, sí, pero a la vez intenso y profundo. Recomiendo esta lectura para cualquier edad, no necesariamente para jóvenes, aunque está bien como enseñanza de que tenerlo todo, no significa tener la felicidad.
Y por una vez, tuve que darle la razón: algunos días son más especiales que otros.
PUNTUACIÓN SUBJETIVA
Una lectura maravillosa, sin duda. ADG.Bufi
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