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Día 37 de 365: recuerdos del pasado

Hoy me he cruzado por la calle con el que fuera profesor de Lengua y Literatura en el instituto en donde estudié (tiempos aciagos) y recordé una de las asignaturas optativas que él impartía: Técnicas de Expresión Escrita. 

Y así, como quién no quiere la cosa, ya estamos en febrero⌛


Cuando elegí esa asignatura (en 4 ESO) no podía estar más contenta. Poco duré en ese curso, antes de terminar el primer trimestre abandoné los estudios. Pero recuerdo con gran amor esa asignatura y en particular uno de los ejercicios: escribir una historia corta para después leerla en clase. En aquel momento, yo tendría unos diecisiete años (repetí curso) y ya escribía mis historias en libretas o en cualquier papel que encontrase disponible. El arte de imaginar estaba instalado en mí. 

En 2016 recordé esa historia que había escrito por un anuncio de la lotería de navidad.

La verdad es que la historia original del maniquí la perdí con el paso del tiempo o es que acaso nunca llegué a conservarla, tan solo el recuerdo permanece. Una historia inacabada, de esas que tanto me gustan.

 Os dejo con un pequeño fragmento rescatado del olvido:


 “Yo callo, pero en mis adentros hablo” 

Día 24,177.600: 

Y como todas las tardes desde hace muchos años el reloj marca las cinco. 

Las tres señoras hacen su entrada triunfal en la tienda, acompañadas, como no, por sus pequeños perros que nada más cruzar la puerta corren como locos entre los baúles y jarrones. 

Nuestros clientes, en su mayoría señoras, son de la alta sociedad y no quieren dejar a sus animales a la intemperie, aunque estemos en verano. Alguna de ellas ha dicho en más de una ocasión que son animales muy caros y que cualquier desaprensivo ladrón se los llevaría. 

Sé que el barrio en el que estamos no les gusta, sólo hay que fijarse en su ceño fruncido cuando vienen, de todos modos respetan a Vera y saben que la tienda es muy importante para ella.  Las señoras dicen ser sus amigas, pero yo tengo mis dudas. 

Esa Mónica de aquellos años era muy reaccionaria, quería, a través de sus escritos buscaba criticar algo de la sociedad. Se creía que su opinión debía ser escuchada (época también de enviar las cartas al director, otro día os cuento sobre eso).

Espero recuperar algún día a Mack, el maniquí, para que nos cuente cómo acabó encerrado en un cuerpo de madera.

Nos vemos en la próxima página del cuaderno, ¡quién sabe cuándo! ¡A más leer! 

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