Cute Black Pencil Fin del primer borrador | La ventana de Nora

Fin del primer borrador | La ventana de Nora

Todo comenzó como una idea peregrina. Quería escribir y terminar alguna historia sencilla para presentar al Premio Literario Amazon de 2021. Ilusa de mí. Hacía poco (1 mes escaso) de la publicación de El reino de Cartón y no supe esperar. Enseguida quise ponerme a trabajar en una nueva historia, y a pesar de que en mi carpeta de los Manuscritos olvidados me esperan historias a medio hacer, me puse con una que solo existía en mi mente o que más bien fui desarrollando según avanzaba. 

Al principio, fui dando tumbos, sin saber muy bien hacia dónde dirigirme, pero la vida diaria de aquel mes de mayo de 2021 me fue dando claves para la trama. Sin querer, construí algo enorme. Y digo sin querer, porque mi intención era tenerla lista en agosto. Cuatro meses. ¿Quién puede terminar una novela en tan poco tiempo? Terminar implica escribir, corregir, editar... Yo no. Cada capítulo alcanzaba las 10.000 palabras con facilidad. ¡Había tanto que contar! 


Ahora me encuentro ante un borrador de unas dimensiones que nunca antes he manejado. No es que haya demasiados personajes o escenarios, pero sí innumerables saltos en el tiempo, ya que estamos ante una historia de vida, una novela contemporánea que a través del paso de las estaciones (donde la música también tiene mucha importancia) representa la vida de una persona (y de las que se ha ido encontrando por el camino). No tiene nada que ver con lo que he escrito hasta ahora, como no (escritora ecléctica) y tampoco sé si existe una categoría como tal para clasificar la historia. Sin embargo, me he quedado muy a gusto sacándola afuera. 

El trabajo que queda por delante es arduo y largo. Solo debo pensar en la satisfacción de verlo terminado, como sea, o autopublicado o en alguna editorial. Sí, mi intención es enviar el manuscrito a editoriales, con la correspondiente espera de respuesta, que me vendrá muy bien. 

Portada de pega, siempre me preguntó cómo será la definitiva


Como esta web-blog también es un espacio donde dejo registrado lo que voy haciendo (al menos hasta que la tecnología se vaya al garete y todo se pierda) aquí está el inicio de La ventana de Nora. Está narrado en presente porque así he decidido narrar lo que ocurre en la actualidad (2021-2022) Comienza con los versos atribuidos a Vivaldi (no se sabe con certeza) escritos para su obra Las Cuatro Estaciones. Estos tres primeros tempos de la partitura🎶corresponden a la PRIMAVERA y así, cada movimiento es un capítulo, mejor dicho, cada capítulo contiene algo de esos versos. Los lugares que he utilizado para ubicar y ambientar la novela, existen en la realidad, aunque he hecho algunas modificaciones en los mismos por petición de la trama.

En toda la narración en presente aparece alguno de estos elementos:
⏳Reloj. Simboliza el paso del tiempo.
🌻Girasol. Tema central de la novela, simboliza el ciclo de la vida. 
⛅Clima. Relacionado con las estaciones.
🌲Naturaleza. Curación, cicatrización de las heridas. Homenaje a la gran sabiduría de la naturaleza.
📸Fotografías. Instantes detenidos en el tiempo.
💤Sueños. Son los recuerdos del insconsciente.

Fragmento del primer capítulo 🌻

PRIMAVERA

I. GÉNESIS

I. Allegro

La primavera ha llegado, los pájaros la saludan con su alegre canto,

y, mientras tanto, al soplo de los céfiros fluyen los arroyos con dulce murmullo.

Truenos y relámpagos, elegidos para su proclamación, llegan cubriendo el cielo con un manto negro, y luego, cuando estos callan, los pajaritos vuelven una vez más a su melodioso canto.


Marzo 2021 - Residencia San Pablo – Vigo


Se despierta, mira el techo y como de costumbre, nada ha cambiado. La luz del día entra por el gran ventanal de la habitación. El reloj indica que son las ocho y veinte. Es la hora. En diez minutos llegará Sara y le ayudará a vestirse. No puede hacerlo sola, la última vez que quiso ponerse el pantalón por su cuenta, terminó en el suelo con un buen raspón en la rodilla. Justo en la que ya tiene una herida vieja.

En la mesilla de noche el marco de fotos continúa cabeza abajo, a veces se olvida por qué está así, oculto incluso para ella misma. Prefiere dejarlo por si acaso los recuerdos se escapan a través de ese momento capturado. Al lado, el libro «La insoportable levedad del ser» acumula una fina capa de polvo por la falta de uso.

Tiene los brazos fríos, el pijama de primavera no es suficiente y la vejez se apodera de los huesos haciéndolos sonar con cada movimiento. Cuando vuelve en sí, ya está vestida, preparada para el nuevo día que pronto olvidará. Sara le pregunta algo mientras la peina, quizá cómo ha dormido:

«Mal», aunque ya es tarde para responder.

Camina arrastrando los pies hasta el tocador donde está el joyero. Un rectángulo de madera que la ha acompañado desde la infancia. Al abrirlo, emerge un piano de cola en miniatura y suena la Primavera de Vivaldi en un tiempo mucho más relajado que el original. Nora sonríe. Su particular ritual de colocarse el colgante y los pendientes de hojas verdes todavía se mantiene.

De nuevo se queda con la vista fija en su reflejo en el vidrio de la ventana. Su propio rostro le parece el de una extraña, tan delgado que los pómulos se marcan bajo la mascarilla azul. El cabello gris y blanco, recogido en un pulcro moño, conserva algunos reflejos de su tono natural, aquel naranja tan inusual en el pueblo que la vio crecer. Bajo los ojos verdes, apenas sin brillo, aparecen unas ojeras coloreadas de un marrón enfermizo que se extienden hasta tocar la mascarilla. Hace días que no duerme lo suficiente, teme despertar y no recordar quién es. Los pequeños olvidos del principio aumentan cada hora, cada minuto, cada segundo; los recuerdos se desvanecen poco a poco, como si nunca hubiesen existido.

Nora sacude la cabeza y los pendientes verdes con forma de hoja iluminan la mañana grisácea de ese veintitrés de marzo. Pronto empezará a llover.

Más allá de la ventana y el reflejo de Nora se extiende el parque Los Álamos, lleno de plátanos de sombra. Las hojas verdes, casi fosforescentes, reciben a los paseantes más madrugadores de la ciudad. Se mantienen impávidos, ajenos al ir y venir de los transeúntes y los coches de la carretera que transcurre paralela al parque. Ajenos también al paso del tiempo.

En la residencia San Pablo, situada justo enfrente, no se habla de otra cosa. Rosalina cumple noventa y nueve años y es hora de festejar. El salón central, usado en los días normales como zona de recreo y encuentro, se convertirá en una auténtica fiesta con la celebración de un dos por uno. Rosalina y Nora, que cumplen años con un día de diferencia y veintiocho de vida.

Las guirnaldas con forma de girasoles y margaritas llenan el techo y las paredes, junto a un cartel de enormes letras diseñado por los residentes:

¡FELICIDADES NORA Y ROSALINA!

Los globos, amarillos y marrones, a juego con el resto de decoración, completan la estampa primaveral. Esos globos no durarán demasiado. El pícaro Alfonso, en compañía de su inseparable palillo, no dudará en explotarlos solo por pura diversión. Una mesa grande ocupa el espacio central y sobre ella, un mantel verde con pájaros blancos continúa esa particular oda a la primavera que llega alegremente.

Los cuidadores Sara y César traen desde la cocina todo tipo de aperitivos, con más sal del que pueden permitirse la mayoría. Cumplir un año más bien vale saltarse la dieta.

Mi primer cumpleaños —dice César sonriendo. La mascarilla impide ver los dos hoyuelos que se forman en la comisura de su boca.

No te preocupes y no pierdas de vista a Alfonso y su palillo. Le encanta pinchar globos cuando nadie lo mira.


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2 Comentarios
  1. Me he quedado con ganas de seguir leyendo, parece muy interesante

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