Cute Black Pencil Día 130 de 365: Todo sigue igual, o no.

Día 130 de 365: Todo sigue igual, o no.


Querido diario,

Solo hay una cosa más extraña que el paso del tiempo: la espera. Paciencia, todo llega. Paciencia: capacidad de soportar algo sin alterarse. Nunca me consideré una persona paciente, más bien todo lo contrario, impulsiva, impaciente, nerviosa... Sin embargo, con los años se va modelando esa característica resignación de quién sabe el dicho ese de que: la paciencia no es solo la virtud de esperar, sino cómo nos comportamos mientras esperamos (Joyce Meyer) Y yo he decidido seguir trabajando, escribiendo y creando, porque nada se detiene, pero todo sigue igual. El mundo literario está lleno de oxímoron. 

Este año, si todo va bien, publicaré dos novelas, al menos. Una de ellas ya está escrita, viajando por lugares insólitos, en busca de una editorial (o ganar un premio importante, lo menos probable). La otra está en proceso de creación ✒️🖤 Ciudad Gris. 

La búsqueda de editorial es muy rara y una experiencia nunca antes vivida, para mí. Terminas el borrador, expulsas al mundo la historia que hasta entonces solo habitaba en ti y nadie más la conocía, excepto las personas muy cercanas♥️ Y de pronto, desaparece. Es un proceso lento (mucho) en el que tendrás que echar mano de toda la paciencia acumulada en tu interior. Un escritor desea que alguien lea lo que ha escrito, pero esta pausa también ayuda a reflexionar sobre la historia. De algún modo, madura, se vuelve más fuerte. 

Pocas saben quién es Nora, Brendan o Ramón, tampoco por qué esos nombres son tan importantes ahora que están "vivos". Los lugares imaginados y creados, las vivencias y situaciones, la cronología y el desenlace, todo se ha detenido. El escritor sin el lector no es nadie. No es un lamento, solo una reflexión.

Esos personajes "vivos" parece que no viven realmente hasta que alguien los descubre, lee sus movimientos, sigue sus aventuras... Qué extraña cosa es la escritura. Y la lectura.

Recuerdo la primera vez que publiqué un libro. Corría el año 2015. Tenía una prisa enorme por terminar y me veía incapaz de asimilar lo que suponía crear una novela con sus doscientas o trescientas páginas. En mi mente eso era una locura a la cual no tenía acceso. Por eso, decidí escribir relatos. La manera más sencilla de llegar a la meta. La inexperiencia motivó un lanzamiento a trompicones, solo quería ver el libro publicado, como fuera. ¿Por qué tanta prisa? 

Imagino que cuando uno empieza a escribir tiene tanta emoción e ilusión que es como un motor de reacción. Pasa de 0 a 100 sin despeinarse. Todo le parece sencillo y en la mente solo aparece un mensaje: "quiero que me lean".

Han pasado muchos años y no, no todo sigue igual, como dice el título. Han cambiado muchísimas cosas, la principal es la manera en la que enfoco la escritura en la actualidad. Me divierto escribiendo, necesito terminar de escribir la historia en curso, porque me ronda, me persigue en sueños, está presente a cada momento. Un latido, una pulsación constante: escríbeme. Y eso es lo que importa ahora: escribir. Lo de que alguien lo lea ha pasado a segundo plano. La pausa editorial me ha venido muy bien. 

Si pudiera volver a 2015 le recomendaría a aquella Mónika impaciente que esperase un poco. Que escribiera, editara y publicara esa novela en el cajón desde 2006 (en realidad, tenía bastantes páginas escritas) Pero no se puede y todo pasa por algo.

No sé en qué momento decidí que no autopublicaría "La ventana de Nora" (aunque quizás lo haga al fin y al cabo) pero ahora pienso que fue una gran decisión. 

¡Nos leemos en la próxima página del cuaderno! 

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